domingo, 9 de marzo de 2014

El golpe

   -Voy a matar a ese cabrón.- Dijo para si mismo. 

Con la tranquilidad con la que alguien se prepara para salir de paseo un domingo, se preparó para salir y ponerle punto final a su venganza, esa que llevaba planeando meticulosamente desde hacía un año. Se puso una gorra para nadar que le cubría toda la zona capilar, ajustándola con cinta de aislar negra a la piel de su frente ante el espejo, y sobre ella colocó una gorra de estambre que hacía juego con el resto de su atuendo: un pants totalmente negro de plástico varias tallas más grande. 

Se amarró muy bien las agujetas de unos viejos y raídos tennis que no extrañaría demasiado, tomó su mochila, enfundó muy bien su Beretta M9 con silenciador en su sobaquera y repasó los últimos detalles mientras jugueteaba su incipiente barba entre los dedos enfundados en guantes de kevlar. Su objetivo saldría de la puerta trasera de su casa para trotar en la madrugada, como lo hacía todos los días y él lo esperaría en el parque donde rara vez alguien madrugaba para hacer ejercicio en domingo. Entonces saldría de entre los arbustos para fingir un asalto y dispararle una sola y justiciera bala en la frente: simple, sencillo y bien planeado.

Caminó al parque, procurando no hacer ningún ruído y que ningún vecino lo viera al salir. La madrugada le sirvió de camuflaje los primeros metros, hasta que tuvo la sospecha de que alguien lo seguía. Dudó si seguir con la misión antes de voltar y cerciorarse de que no lo siguiera un policia, así que dio media vuelta justo para ver que algo se había metido tras los tambos de basura del vecindario.

   -¿Eh?... ¿Quien anda ahí?...- Inquirió con toda la autoridad que pudo imprimirle a su voz sin dar a conocer su nerviosismo.

Nadie contestó, pero no podía correr el riesgo de que aquél ruido no fuera sólo un animal si no un policia o algún vigilante, así que caminó lentamente al bote de basura con la mano derecha en el mango de su arma; listo para desenfundar en caso de que fuera necesario.

Se acercó lo suficiente y un gato salió corriendo de atrás del tambo más grande. Sólo había sido una falsa alarma, así que dio media vuelta antes de que algún vecino curioso se asomara por la ventana y pudiera identificarlo.

   -¿Qué aprecias más, tu vida o tus pertenencias?...- Una voz le susurró al oído y al mismo tiempo sintió algo puntiagudo en el cuello. Estaba siendo víctima de un asalto.
   -No me jodas... - le respondió con toda la ironía de un delincuente que cae víctima de un colega.
   -¿Qué?...
   -Uno ya no puede ir a cometer un asesinato sin ser víctima de la delincuencia... está bien, hagamos esto rápido.- Le respondió, alzando las manos en señal de rendición.
   -No mames, ¿Asesinato? -El ladrón se empezó a carcajear y lo soltó unos momentos- Dame la mochila

El dejó la mochila en el suelo y el delincuente la tomó de inmediato y se la puso en la espalda.

   -A ver cabroncito... ¿Cuánto traes de efectivo?

Se dio la vuelta para identificarlo, pero fue inútil. Usaba un pasamontañas negro y lo único que podría delatar su identidad era una camisa blanca sin mangas y unos brazos saturados de tatuajes y cicatrices.

   -Nada... a lo que voy no necesito un sólo centavo.
   -¡Deja de hacerte pendejo!... El dinero o te pico- Lo amenazó con el cuchillo que había tenido en el cuello algunos segundos antes.
   -En serio, no traigo nada...
   -¿Aguantas pasar por la báscula?...
  -Sólo traigo esto, espera... - Se llevó la mano a la sobaquera y en un ágil movimiento empuñó su pistola apuntándola a la cabeza del malechor.
  -¡No mames!... Ahí muere, carnal...- Alzó las manos sin soltar el cuchillo, temblando ante el cañón que casi le tocaba la frente.
   -¡Dame la mochila, te das media vuelta y te botas a la mierda!- Contestó fúrico y cortando cartucho.
  -Está bien, está bien güey, no me hagas nada....- Contestó con voz temblorosa, soltó la mochila y salió corriendo hacia adelante.
  -Pendejo... - Susurró para si mientras volvía a enfundar la pistola 

Checó su reloj y verificó que había perdido valiosos 10 minutos y tendría que apretar el paso. Su presa siempre había sido puntual en su rutina física y una mañana de domingo cualquiera no cambiaría nada. Trotó intentando hacer el menor ruido, repasando mentalmente sus opciones de huída hasta que llegó a los arbustos de la entrada del parque donde se escondió lo mejor que pudo.

  -Bueno, hijo de puta, sólo necesito que llegues y...- Murmuró para si mismo mientras vigilaba el entorno con unos binoculares que había guardado en su mochila.

Lo había visualizado : el tipo que se había acostado con su mujer mientras se recuperaba en el hospital de operación de hernia lumbar. Había sido tan puntual como siempre, pero esta vez había llegado por el otro lado del parque y lo veía haciendo calentamiento en una banca a unos 20 metros de su posición.

  -Mierda...- tendría que darle la vuelta entera al lugar para que no lo viera llegar de frente.

Poco a poco salió de los arbustos y sigilosamente se movió por la zona de juegos infantiles para no llamar su atención, pues estaba perpendicular al campo visual de su presa.

  -¿Qué demonios?...- Otra silueta se encontraba frente a la del futuro occiso.

Rápidamente volvió a sacar los binoculares y vio la escena que jamás se había imaginado. Un hombre con los brazos totalmente tatuados estaba amenazando con un cuchillo a su objetivo, quien tenía los brazos muy en alto. 

  -Jajajajajajajaja... que cagado -empezó a reirse con el menor volúmen que pudo- vaya forma de pasar sus últimos minutos- murmuró para si y siguió mirando: en cuanto la escena terminara, aprovecharía la confusión para hacerse pasar por un cómplice y saldría corriendo para dispararle.

El objetivo le dio sus pertenencias al asaltante, quien pareció quedar conforme y dio media vuelta. Pero en cuanto lo dejó de amenazar, le tiró tremenda patada en la entrepierna que lo dobló en el suelo. En vez de correr, se agachó, probablemente para intentar recuperar sus cosas. El asaltante tomó fuerzas de su propio dolor y con un movimiento rápido le encajó el cuchillo en el estómago, lo tiró al suelo y huyó a toda velocidad.

  -Mierda... no... no me puedes robar a este maldito... mi venganza- Dejó la mochila y los binoculares atrás y corrió antes que su presa diera sus últimos suspiros.

En cuanto llegó, su víctima estaba tosiendo sangre e intentando respirar como pez fuera del agua. 

  -No te mueras, no te mueras...- Intentó detener la hemorragia con los dedos enguantados.
  -Tú...- le contestó con dificultad.
  -¡No, tú!... Sé muy bien lo que hiciste... ¡No te puedes morir, malnacido!... No sin que sea a mi modo- Rápidamente desenfundó la pistola por segunda vez con las manos temblorosas.

Al intentar jalar el gatillo se escuchó el inconfundible chasquido de una bala encasquillada. Seguramente se atascó al cortar cartucho innecesariamente minutos antes. 

  -¡ME CAGO EN LA PUTA!

Tan concentrado estaba en intentar desencasquillar la pistola y darle fin a su objetivo que no notó que una patrulla había sido atraída por su grito de rabia y se había estacionado justo atrás de él.

  -¡Quieto!... ¡Tira esa arma!- Le gritó un agente mientras salía del vehículo.

En la patrulla su pareja ya pedía una ambulancia.

  -Yo no... yo sólo los vi... -respondió con voz temblorosa, dejando caer el arma- Está atascada...
  -Él... él fue...- replicó el herido con su último hilo de voz.
  -Maldito...

Subió a la patrulla sin ningún remedio. El cazador había caído en su propia trampa.

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