viernes, 6 de marzo de 2015

Apología al linchamiento público

El verdadero enemigo está ahí, bien escondido. En las manos cobardes que recorren las nalgas, las entrepiernas y los senos ajenos en plena hora pico entre la multitud de un transporte público. Está en ese que lo ve y se sabe cómplice de una "picardía mexicana" al no decir nada y hasta tener el descaro de celebrar el acto con el culpable cuando nadie los ve. "Bien hecho, cabrón, estaba bien sabrosa" se dicen al oído en una hermandad de porquería, siendo ambos hijos bien saludables del sistema más enfermo que haya existido entre sociedades de primates bípedos.

El verdadero demonio es el cabrón que te ve por la calle y te saluda como el ciudadano ejemplar que dice ser, pero los viernes de parranda (y lus jueves de dominó, cómo no) sale con sus amigotes por unos tragos y luego unas prostitutas (a quienes tratarán como seres sub-humanos, por supuesto) para llegar a casa envalentonado y furioso en un mar de frustraciones personales de espuma color ambar, para sacárselas a golpes a una esposa abnegada que no dice nada por "proteger" su familia y que sus hijos crezcan con una figura paterna que más tarde replicarán, trago a trago y puñetazo a puñetazo. Y que para colmo sellará todos los destinos con flores y con un "perdona, mi amor, te lo juro que no lo vuelvo a hacer, pero no vayas a rajar".

El verdadero enfermo antisocial es el que abusa de su poder para violar (sí, así, con todas sus letras y sin metáforas para disfrazarlo) y matar a mujeres o niñas. Que se cree dueño de cuerpos y almas de quien sea. Que puede ahogar sueños y destrozar vidas sólo "porque puede" (y a huevo que puede, porque siempre habrá quien meta las manos al fuego o quien por una jugosa cantidad de dinero o un cargo político le cubra las espaldas).

El verdadero traidor es quien promete y regala despensas y playeras y utencilios de cocina y cuanta baratija tricolor se ponga enfrente para luego apoyar un sistema legal igual o peor de corrupto y tendencioso que él. Sí, ese sistema que apoya a los enfermos antisociales y que fomenta la no-denuncia, que te invita a cerrar la boca ante la impotencia de un sistema que le va a dar carpetazo a tu denuncia.

La verdadera pesadilla es un estado fallido, no el ciudadano de a pie que puede o no estar de acuerdo al 100% con lo que piensas. Eso es lo que se debe castigar en su justa medida, no a alguien que lanza una crítica a algo que no le parece (como decir que ser heterosexual te hace feminicida o ser hombre te hace violador en potencia).

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